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Changuito ejercitándose


Fauna Política
El cuento del changuito
Por Rodolfo Herrera Charolet


Allá en el pueblo en donde dejé enterrada mi tripita de nacimiento, en donde la pobreza permite imaginarse la abundancia de la carne en la mesa todos los días, cuentan el famoso cuento del changuito de la selva, que parece haberse inventado hace pocos días.


Cuentan que en la selva dominada por el rey león, tenía como fieles siervos a la jirafa, el elefante, la hiena y al changuito que es parecido al hombre, entre otros. Todos con el mismo rango de siervos y fieles guardianes de sus respectivos territorios, teniendo al león como su único soberano.


El changuito aburrido de no hacer nada entre tanta abundancia, decidió hacer ejercicio por si requería de su fuerza y de paso matar el aburrimiento, pero dice la gente, que el lo hizo porque vislumbró un proyecto personal, de hacer ejercicio para tener la fuerza suficiente y pelear por el imperio con el león.


Ciertamente el simpático changuito, era muy hábil, en eso de columpiarse entre las ramas de los árboles de la selva, al grado de invadir (en ocasiones) los territorios de otros jerarcas, quienes al sorprenderlo le preguntaban sus motivos de su osadía y él siendo muy arrojado (más por su agilidad en la huida y amistad con el león) les decía, que estaba haciendo ejercicio. La gente decía, que lo hacía para disputarle el imperio al león.


Así las cosas, que el changuito inició sus entrenamientos y desde luego, los otros primates le hicieron segunda imitándolo, hasta reconocerlo como su líder. Pasó la jirafa un día cuando la gritería de los monitos despertó su curiosidad y enterada del asunto, fue con el chisme ante el rey león. La sorpresa fue mayor, cuando el experimentado monarca le dijo que ya sabía de las andanzas del chango, pero que lo hacía por indicaciones suyas.


Pasó lo mismo con el elefante y la hiena. Entonces, tanta fue la fama del changuito, que el pasquín de la selva ya hablaba del proyecto chango como si fuera una realidad. Por su parte, los jefes de cada manada, divulgaron que el changuito encabezaba una rebelión. Se reunieron un día y alarmados conspiraron en contra del simpático primate. El León, mal humorado de tanto chisme, fue al territorio del célebre changuito y le preguntó que estaba haciendo:


-Aquí solo de hablador y haciendo gritar a sus súbditos los changos.


Después de contar este cuento, hace varios años, hay quienes me preguntan sobre su moraleja. La verdad, cada vez que lo he publicado o lo he contado, se aplica de muchas formas, cada quien del color que lo quiere ver. Pero yo sigo con una opinión. En la selva y el ejercicio del poder solo hay un solo rey, porque el poder (de la selva) se ejerce y no se comparte. Quien entiende esto llega a viejo o al menos, se dice, conserva los dientes.


¿O no lo cree usted?

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